jueves, 24 de mayo de 2012

Cuando le vi por primera vez

¡¡Ringg!!
El despertador común que despierta a todos por igual sonó de forma estridente en la cabeza de todos los alumnos, ese despertador que la directora actual había puesto para asegurar que todos los alumnos se levantaran a la hora, sin tener la escusa de lo siento el despertador no sonó, método que siempre había funcionado durante su regencia y del que ella estaba orgullosa.
Tamara tardo en levantarse, ¿Qué hora era? Miró su reloj de reojo las siete menos cinco, recordó las normas que había leído ayer en cuanto Ashita la dejo en su habitación después de una explicación sobre cómo funcionaban las cosas ahí. Lo primero el horario seis horas normales por la mañana de lunes a viernes, por las tardes dos de estudio y luego los fines de semana, tanto el domingo como el lunes por la mañana habían tres horas de estudio de asistencia  obligatoria. Eso sin contar las innumerables normas que parecían imitar a la historia interminable, solo con el titulo de las 30 hojas con normas ya daba la sesación de interinable,”Las Normas básicas a seguir para el correcto funcionamiento de esta escuela”. La primera frase que había salido de la boca de Tamara y que dejó a sus compañeras de habitación contrariadas fue “sácame el ojo que no sé vivir” frase que se utilizaba mucho en su instituto, tal vez demasiado, se utilizaba sobre todo cuando algo te sobrepasaba y no eras capaz de creerte lo.
Miró el uniforme sonriente, siempre le habían gustado los uniformes y este le parecía especialmente bonito, una falda roja lisa de tablas no muy corta, pero que no le cubría ni las rodillas, una camisa blanca con un lazo negro en el cuello, una chaqueta roja con decorativos negros, unos zapatos también negros y unos calcetines que le cubrían hasta la rodilla a rombos blancos, rojos y negros. Se lo puso con rapidez ya que el desayuno lo repartían en la cafetería a las siete y veinticinco, ni un minoto más tarde, eso se lo había dejado bien claro Ashita, quien aseguraba tener una caja de galletas escondida, porque claro la comida en las habitaciones esta prohíbida, para emergencias, Tamara se lo había tomado a broma, pero Ashita decía la verdad, en un baúl con ropa, abajo del todo en un falso fondo había una caja de galletas y dinero por si se llegaba tarde a la comida. La alarma del reloj de muñeca de Tamara sonó eran las siete y cuarto y no había hecho la cama, la dejó sin hacer total no la iban a crucificar por no hacerla, se dirigió a la puerta y una de sus compañeras de habitación la detuvo.

- ¡Espera! No puedes irte sin hacer la cama, mientras desayunamos hacen una revisión y las camas deben estar hechas- a Tamara le sorprendió que se preocupara por ella, aunque no fuera gran cosa, se giró le echó una mirada dulce como agradecimiento y se presentó.


- Soy Ardura-san, pero puedes llamarme Tamara-san o Tama-sam que suena mejor, a no ser que te parezca mal como a la directora - se mofó Tamara con aire despreocupado mientras iba hacía la cama para hacerla.


- Me gusta Tama-san - sonrió- Yo soy Rika-san, encantada de conocerte- le dedicó una leve inclinación como era costumbre, y Tamara le dedicó otra como muestra de saludo, Rika se quedo quieta cuando Tamara se volvió para terminar de hacer la cama, se mordía el labio indecisa, estaba ansiosa por saber tanto sobre otros países, quería hacerle un millón de preguntas sobre como era España, ¿era verdad que siempre estaban de fiesta? Pero no podía decírselo así como así, sería una falta de educación, en lugar de eso la esperaría y por el camino a la cafetería, pero apenas podía contener sus palabras en la boca, Tamara que había terminado de hacer la cama se había dado cuenta del conflicto interno que tenía su compañera de cuarto.


-Si quieres decirme o preguntarme algo, no me importa, me encanta hablar de lo que sea y con quien sea- Tamara se sentía cómoda con ella, era más abierta que Munia, pero no tan rebelde como Otani, bueno Ashita, aunque le sonaba mejor Otani-kun, Rika era más como ella... Si, posiblemente fuera así.


- ¿Eh? A... Bueno me gustaría que contaras como era tu antiguo colegio, como es España, ¿el mediterráneo es tan bonito como dicen? - se paró en seco, le daba la sensación de que estaba hablando demasiado y demasiado rápido, pero tenía tantas ganas de saber... - Perdón estoy un poco entusiasmada - sonrió con calidez ante la sonrisa despreocupada de Tamara, una de sus compañeras se habría sentido ofendida por la curiosidad insana, pero Tamara era diferente eso estaba seguro.


- Eso es mucho que contar, ¿por que no vamos a desayunar y te lo cuento?- Tamara se encaminó a la puerta y la abrió esperando a que Rika saliera primero. Ambas se agarraron del brazo como si fueran amigas de toda la vida y fueron hacía la cafetería entre risas.


Una vez estuvieron sentadas en la mesa y con su bandeja de comida Tamara cumplió su promesa y le contestó como mejor sabía.


- Bueno empezaré por lo más simple, mi colegio, es totalmente distinto a este, también es antiguo pero esta peor conservado tiene un taller de radio, se hacen programas que se cuelgan en Internet. Lo de más es normalito, sala de audiovisuales, biblioteca enana y un salón de actos también enano. Y bueno la cafetería que tiene un mural que me encanta del Demonio de Tasmania.


- ¿Y como es donde vives?¿Vives en Madrid o en Barcelona?- Rika estaba entusiasmada con todo lo que Tamara le contaba, para ella que le hablaran de lugares lejanos era como una droga, cuanto más sabia más quería saber.


-Bueno yo vivo en el norte, no es tan cálido como el mediterráneo, ni tiene aguas cristalinas, pero sus prados son los más verdes que he visto, el mar es grisáceo acorde al cielo, la mayoría del año encapotado, tiene un clima húmedo que hace que mi pelo se encrespe y sea difícil peinarlo, y la lluvia que en los días más señalados se encargaba de estropearme todos los peinados, pero que se va a hacer - sonrió - Aun así me encanta el olor del asfalto mojado, es como el olor de un permanente hay gente que le encnta o el de la gasolina que a mi me revuelve el estomago más que las berzas -se rió de forma poco llamativa, todo estaba en tanto silencio que si lo hubiera hecho un poco más alto todos la habrían mirado fijamente por alterar esa calma.


- Suena estupendamente, a mi me encantaría viajar, pero primero tengo que terminar mis estudios y ser alguien de provecho como mi padre y como hará mi hermana.- a Tamara le parecía una típica tradición familiar que le arruina la vida a alguno de los descendientes que quiere hacer algo diferente.- Deberíamos irnos dentro de diez minutos comienzan las clases y tienes que ver en que clase estas.-


Salimos enseguida de el comedor que era verdaderamente grande y luminoso. Los pasillos estaban igual de iluminados, se notaba demasiado que era un colegio de privado de los más caros, había tenido demasiada suerte de haber acabado en este instituto. Por desgracias no estaba en la misma clase que Rika, pero si en la misma que Otani, que por lo visto tenía una fama malísima aunque yo la encontraba de lo más divertida.


Al entrar vi algo que jamás había visto una clase ordenada con la gente en sus asientos libreta y utensilios necesarios para la materia sacados y un murmullo relajante, no unos gritos ensordecedores, me hubiera gustado sentarme a un lado de Otani, pero en ese sitio se encontraba un chico con el que hablaba muy animadamente, aunque no como lo hacemos en España, no hablaban alto, hablaban muy bajo como si estuvieran hablando de un secreto de estado. Me conformé con sentarme detrás de ella, cuando me vio me sacó la lengua y yo la respondí con una sonrisa y un guiño, ya me sentía como en casa, increíble pero cierto. Las formalidades continuaron, si entraba el profesor todos nos poníamos en pie y le saludábamos y lo mismo cuando se iba. La entrada de cada profesor iba acompañado de esto y de una aclaración de Otani que hacía rimas con las características de cada profesor, procuré no reírme, hubiera quedado realmente mal, pero tampoco se percataron mucho de que estaba allí los profesores ni siquiera me miraban más que a los demás, era casi invisible, exactamente como en casa.
Las clases terminaron y como no sabía como pedir ir al baño en japonés me estuve aguantando las 5 horas seguidas, ¿aquí no se hacía un descanso nunca? Cogí mis cosas u salí corriendo, ni siquiera sabia donde estaba el baño, pero yo corría, con la mala suerte de que un chaval se puso en medio como si hubiera salido de la nada y choque con él, yo me caí, él solo se dedicó a mirarme con asco un leve tss y continuó su camino.
- ¡No me ayudes, estoy bien! ¡Así da gusto ser nueva!- le grité enfadada, pero bueno... ¿qué se creía ese pendejo? No seguí por que a lo lejos vi la tierra prometida, el baño de chicas, gracias al cielo, recogí mis libros, pero me faltaba uno, no lo veía, de pronto una mano me lo ofreció era el chico con el que antes había chocado, al parecer me había escuchado, me levante con orgullo y agarré el libro con desdén.
- Gracias, muy amable - dije con un tono que se notaba forzado.
- Ya no puedes tener queja de mi, te he ayudado - Me quede perpleja, ¿se creía el perfecto ciudadano? Pasé por alto este accidente y por fin pude ir al servicio que no se ni como aguanté.


Volviendo a las habitaciones para dejar los libros e ir a comer me encontré con Otani.
- Cada vez me caes mejor, tu primer día de clase y ya has dejado mal al alumno estrella - No entendía que quería decir Otani, ¿De qué alumno estrella hablaba? La expresión de mi cara dio a entender mis pensamientos y ella enseguida se aclaró - El chaval con el que chocaste, es el alumno que mejores notas saca y también el más rico de todos con diferencia, es un marginado que solo piensa en los estudios y en ser el perfecto alumno, y entre las virtudes de un alumno está ayudar a los demás, cuando pasó de ayudarte, algo así como "su honor" fue destruido, ooh.. si hubieras visto la cara que se le quedó cuando te escuchó, grandioso- La cara de sádica que se le había quedado a Otani era épica, y daba miedo, pero no pude evitar reírme.
-¿Por eso? En España lo llamamos decir la vedad, lo raro es que halla venido a ayudarme- Otani rió conmigo. Al entrar en la habitación vi a Rika que sonreí esperándome, pero al ver a Otani que me acompañaba la sonrisa se le borró, bueno más bien la cambió por una más artificial y falsa.
- Hola Tamara, ¿qué tal tus clases? - ignoró completamente a Otani y esta la imitó, se sentó en mi cama y esperó a que terminará mi cháchara con Rika, algo por lo que me sentí realmente mal.
- Bien, aquí todo es distinto, sois muy tranquilos y ordenados, pero también hay bordes - reí - a Otani le pareció gracioso que el contestará.
- ¿A quién?- Parecía que Rika se divertía, no sabía como me alegraba era tan dinámica tan alegre, se parecía mucho a mi.
- No...- Otani me cortó para explicarse ella
- Mizshuki-kun - espetó como si fuera un nombre solemne - Ella se cayó por su culpa y él no la ayudó, y lo mejor de todo ella le gritó - Rika se quedó casi paralizada. - Menos mal que no te escuchó ningún profesor, solo te faltaba meterte en un lío el primer día- Rika suspiró aliviada.
- ¿Qué pasa?- No me enteraba de nada, yo no había hecho nada fuera de lo común.
- El padre de Mizshuki es uno de los mayores inversores del colegio, si alguien le sopla en la cara es ridículamente castigado, gilipolleces de la directora que le tiene en un pedestal- se notaba que Otani conocía bien a Mizsh... Como se diga.
- Increíble..- no podía decir otra palabra.
- Tu lo has dicho - Rika asintió conmigo y como si nunca se hubieran mirado mal Otani y Rika comenzaron hablar entre ellas, todas nos reímos juntas, y me sentía gusto allí, entre dos personas maravillosas que me tenía como una reliquia de otro mundo que había que cuidar e informar de los últimos cotilleos en el caso de Rika. Ese día, el primer día, fue cuando le vi por primera vez, fue cuando comencé a tener mi grupo de amigos, el único grupo de personas que me ha entendido a la perfección y yo a ellos.


Pensamientos de Munia:
Seguí a la nueva temerosa de que armará alboroto, para mi sorpresa actuó como una alumna más, hasta que llegó el accidente, no pude creer lo que vi, nadie dijo nada, por lo que opté por darle otra oportunidad pero si algo le pasa a ese niño las inversiones de su padre podrían disminuir y la calidad de las instalaciones disminuiría, si, todo debía seguir como hasta ahora, todo estaba organizado calculado, todo era seguro y perfecto, nadie debía cambiar ni un centímetro de su sitio. 






miércoles, 11 de enero de 2012

Capítulo 1 El Viaje


Tamara se levantó de  un brinco de la cama nada más oír el despertador, ya llevaba tiempo despierta debido a los nervios, miro su maleta ya terminada desde hacía dos días, una sonrisa surco su rostro, hoy era el día, el día en el que su vida cambiaría. Lo llevaba esperando desde que la llamaron para decirle que  le habían concedido la beca para estudiar en Japón, la llamada era de confirmación, para asegurarse de que ella no tuviera inconvenientes en estar en un internado en Japón durante un año,  en un principio se había emocionado ante la idea de viajar, pero de pronto el miedo se apoderó de ella el pensar que iba a estar sola, totalmente sola, en un lugar desconocido, en el que aunque ella tuviera un nivel de japonés aceptable, motivo por el que le dieron la beca,  no se hablaba su idioma, de repente sintió que se mareaba, pero enseguida se recuperó, empezó a darle vueltas a los pros y los contras, y claramente los pros ganaron, quería cambiar, ser otra persona, quería dejar de ser la inocente Tamara que a sus dieciséis años no sabía nada del mundo.

Ya vestida, comenzó a oler el desayuno que su madre le estaba preparando, sin duda se estaba esmerando, ese iba a ser el ultimo desayuno que le prepararía hasta dentro de un año, pensar eso casi le hace arrepentirse, pero no se lo permitió, ese era su gran viaje y si no lo hacía sabia que jamás se lo perdonaría a sí misma. Se miró al espejo llevaba el pelo suelto  bien alisado, aunque su pelo natural era rizado, pero como era una ocasión especial se lo había alisado a conciencia, un vestido de cuadros marrones naranjas y  amarillos,  que le cubría hasta las rodillas, con puntilla al final, un clásico palabra de honor que le mostraba dulce y campestre, pero en conjunto con sus botas grises altas adornadas con unos cordones que recorrían las botas de pies a acebeza adornándolas y dándolas una sujeción inmejorable, le daban un toque roquero que apenas se percibía. Este no era el tipo de ropa que solía llevar, ella siempre se vestía con ropa poco llamativa y sencilla, un acierto para que nadie se pudiera meter con ella por la ropa que llevaba, pero quería ser diferente, no quería ser la misma después de ese viaje ni tampoco al empezarlo.
-          ¡Tamara, el desayuno!- los gritos de su madre, la sobresaltaron, se miró por última vez en el espejo y salió de su habitación, junto con la maleta, para no tener que volver a por ella.
Media hora más tarde estaba en el aeropuerto, había llegado demasiado justa de tiempo, pero sus padres se habían empeñado en hacer unas fotos de familia antes de que se marchara, antes de desaparecer de la vista de su familia miro hacia atrás, hasta su irritante hermano mayor había venido a despedirla, él era el perfecto adolescente, a sus 18 años, tocaba la guitarra a la perfección, sabia cantar, y aunque sus notas no eran brillantes sus profesores le adoraban, y todo el mundo, ella le envidiaba, su voz cantando se asimilaba a una sinfonía de uñas sobre una pizarra, y aunque sus notas fueran las más brillantes de su curso y nunca se hubiera  metido en líos, ni había dado motivos a la gente para que le odiara, solo tenía dos amigas, Irina y Laura, que claramente entre ellas se llevaban mejor, más de una vez habían quedado y ella se había quedado apartada mientras ellas comentaban algunos pequeños secretos que las unían. Ellas no habían venido a despedirla, se habían despedido ayer por la noche, no querían madrugar, ni aunque fuera para despedirse de su amiga que se iba por un año entero a otro país. Levantó la mano ligeramente y con una sonrisa visualizo la última imagen de su familia que iba a ver hasta dentro de un año, sus padre unidos en un abrazo ligero y su hermano a la derecha de estos, una  sonrisa salió de él cuando Tamara le dirigió una mirada, la estaba animando, era la primera vez que su hermano la sonreía de esa forma tan familiar, esto le dio el valor que necesitaba para darse la vuelta y pasar por el detector de metales, recogió su bolso y su equipaje de mano, sin echar otra mirada atrás, sabía que si lo hacía acabaría llorando. Sus padres la observaban mientras ella se perdía entre la gente del aeropuerto, tardarían mucho en volver a ver su niña, que ya no era tan niña.

Entro en el avión con paso indeciso, una azafata la esperaba con una cesta con caramelos, ella cogió uno y le dio las gracias, cuando entro, pudo observar que la mayoría de los demás pasajeros ya estaban en sus asientos, miró a su alrededor, no había ningún adolescente aparte de ella, y la mayoría de los ocupantes del avión eran asiáticos, solo unos pocos empresarios se podía decir que fueran españoles. Guardó su equipaje de mano en el emplazamiento de encima de su cabeza, pero se quedo con el bolso, en el que guardaba un libro con el que entretenerse durante el viaje, a su lado un niño pequeño de unos 9 años intentaba pasar un nivel de Mario Bross antes de que las azafatas anunciaran el despegue y le obligaran a apagar su nintendo. Su madre que se sentaba atrás con una niña más pequeña y con su marido intentaba convencerle de que cambiara el sitio con su padre y que dejara de una vez la consola, no hablaban en español, sino en Japonés, y Tamara se sorprendió así misma cuando se dio cuenta de que les entendía claramente, esto le subió la moral considerablemente, apago su móvil, abrió el libro que había escogido para el viaje, “Las estrellas se pueden contar”, tenía pinta de ser más dulce y empalagoso que la tarta de chocolate, pero le apetecía leerlo, ya que jamás su vida había sido dulce en el sentido amoroso, y para saber más de ese mundo leía sobre él, su mirada se centró en la primera pagina del libro abandonando así el mundo real y se sumiéndose en el fantástico mundo de la imaginación. Después de una hora después del despegue, una azafata comenzó a recorrer el avión con una bandeja repartiendo el aperitivo, solo unas bolsas de galletas y un refresco o café, a elegir, Tamara únicamente cogió la coca-cola, no le gustaba comer mucho durante los viajes largos. Al terminar el vaso de coca-cola prefirió dormir, el cansancio de no haber pegado ojo en toda la noche empezaba a hacer mella en ella y antes de que se diera cuenta ya había caído en un sueño profundo. Durante el resto del viaje solo había abandonado el sueño cuando sus necesidades biológicas la reclamaban y cuando el niño que tenía al lado en unas ligeras turbulencias se asustó y de forma automática se agarro a su hombro, claro que cuando se calmo, se avergonzó tanto que se puso rojo como un tomate, alejándose rápidamente, puso sus manos sobre sus rodillas y miró al frente intentando no mirarla, Tamara para que no sintiera tanta vergüenza, se acercó a él y suavemente con su mano hizo que su cabeza se apoyara en su braza de nuevo el niño la miro una vez más y con una sonrisa, ambos se durmieron.

En el punto de encuentro del aeropuerto la esperaba un señor vestido de negro casi totalmente, si no fuera por la camisa de un blanco intenso, en el cartel que sostenía en las manos ponía su nombre, Ardura Tamara, todavía no se había hecho a la idea de que comenzaran a llamarla por su apellido en lugar de su nombre. Agarro con fuerza sus maletas y se dirigió hasta su guía y con el mejor acento posible se presento.

-          Hola, soy Ardura Tamara, encantada de conocerlo – esta presentación fue seguida de una ligera inclinación tal y como le había enseñado.

-          Bienvenida Ardura-Ojousama, por favor permítame cogerle las maletas, el coche espera.
Tamara sonrió y le siguió con una sonrisa que denotaba su felicidad, durante todo el trayecto su mirada se deslizaba por las calles de Japón, abarrotadas y con una cantidad increíble de carteles llamativos que las tiendas usan para promocionarse. A pesar de que había visto el internado en fotos, se quedo sin habla cuando lo vio, era enorme, por sus paredes altas hechas de ladrillo gris ascendían unas hermosas enredaderas, las ventanas tenían alrededor ladrillos lisos y de un blanco casi beis, el edificio estaba rodeado de unos jardines bien cuidados en los que había estanques diminutos con peces de diferentes colores. En un principio este enorme monumento le recordó a los colegios que salían en las películas inglesas, ambos tenían ese aspecto de antiguo y esa elegancia inconfundible, pero este edificio tenía unos toques orientales que desvanecían el parecido, los cerezos que adornaban el recorrido desde la verja hasta casi la entrada principal, una fuente con motivos orientales al final de este hermoso de arboles, desplegaba ligeros chorros de agua en los que se bañaban unos pajarillos que ella no había visto jamás, o eso le parecía. Cuando Tamara vio el hall se le heló la sangre, era un espacio decorado con símbolos zen que según la cultura japonesa dan tranquilidad y armonía. Se había quedado tan embobada viendo la sala que casi se olvida de que tenía esperando a su guía para llevarla hasta el despacho de la directora donde esta le daría la correspondiente bienvenida.

El despacho la desilusionó, no era lujoso ni tan hermoso como el resto de las instalaciones que hasta el momento había visto, aunque era elegante, pero demasiado sobrio, falto de color, claramente una representación del alma de aquella mujer de unos 30 años de mirada gélida, que mostraba sin ningún pudor. Tamara no veía este ahora de frialdad que despedía, quizás fuera porque estaba contenta de estar ahí o por que siempre había creído en la bondad de la gente y su opinión de que todo el mundo es bueno, solo tiene formas diferentes de protegerse de lo que cree malo. A su lado se encontraba una alumna con la misma aura de frialdad, aunque más leve y con un toque dulce, probablemente se debía a su juventud.

-          Bienvenida a Japón, y a este instituto, Ardura- Ojousama- La mujer ni siquiera sonrió cuando saludó a Tamara.

Tamara que conocía a la perfección las costumbre japonesas hizo una leve inclinación de cabeza a la vez que respondía a la bienvenida que se le ofrecía.

-          Muchas gracias Sra. Directora, me gustaría que me llamaras por mi nombre, Tamara.

-          Eso sería una falta de educación por mi parte, y que usted me lo pida me da a entender que no ha leído las normas de conducta- suspiró desagradada- Nanami-san, dale el horario y también el libro de las normas, espero que te pongas al día enseguida, no me gustan los retrasos.

El disgusto de la Directora, desilusionó a Tamara, acababa de llegar y ya había metido la pata, todo lo contrario de lo que tenía en mente. La alumna, a la que la directora había llamado Nanami-san, se dio la vuelta y recogió de la mesa varias hojas y un libro, una vez las tuvo en su mano, se inclinó ante esa mujer de ojos fríos y abrió la puerta esperando que Tamara la siguiera, Tamara también se inclinó con la elegancia que se le había enseñado, pero en ese momento se sentía torpe. Siguió a “la señorita Nanami” escuchando atentamente sus explicaciones. Munia Nanami, ese era su nombre completo, un nombre que le agrada, más por su historia que por él nombre en si, era un nombre que su familia había heredado de unos antepasados que viajaron a Japón desde Egipto hacía ya muchos años. Munia estaba orgullosa de sus orígenes, pero procuraba que no se notara mucho la superioridad que sentía por esto, sin embargo todo lo veía claramente, era la típica alumna perfecta, los profesores no trataban con privilegios ni nada por estilo, solo la Directora mostraba simpatía por ella, probablemente por su personalidad gemela, los demás profesores la encontraban demasiado fría para ser una chica tan joven, sin esa sonrisa tonta que te sale cuando te ríes por algo que no ha tenido gracia pero lo haces para mostrar tu felicidad o simplemente sonreír cuando te sucede algo bonito o simplemente bueno.

Munia la guió hasta la habitación, Tamara estaba satura, Munia le había dado un discurso sobre cada una de las instalaciones y uno muy interesante sobre la historia del colegio, en un principio Tamara pensó que la tomaba el pelo, ¿de verdad se había aprendido todo eso para decírselo a ella, solo por una alumna nueva? Por último Munia  guió a Tamara a través de un largo pasillo que al final se bifurcaba en dos, había dos carteles que indican que a la derecha estaba las habitaciones de las chicas y a la izquierda las de los chicos, Munia se detuvo en esa bifurcación mirando seriamente a Tamara, esta se quedo tan extrañada que por su mente paso la ligera idea de que Nanami fuera un… La rechazó enseguida, eso era imposible ¿no?

-          Como no has leído las normas me veo obligada- Tamara suspiró y se relajó al oír de su boca un adjetivo en femenino- a advertirte, esta prohibido que un chico valla a la zona de chicas y viceversa, el castigo irá desde limpieza de las aulas hasta la expulsión y en tu caso perderás la beca.

-          ¡Vaya! Si que os tomáis en serio el orden en esta escuela, ¿Por qué no nos castráis para que no tengamos tentaciones? – Sin darse cuenta Tamara pronunció aquellas palabras que aunque las pensará jamás debería haberlas dicho, no era propio de ella, estaba a punto de retratarse cuando...

-          ¡Jajajaja! ¡Mira a la nueva, Munia te está vacilando! – otra alumna detrás de Tamara se burlaba de la situación, Tamara no sabía si estaba de parte de Nanami, bueno Munia según aquella chica, o de ella.
-          Otani-Ojousama, vuelva a sus tareas, esto no le incumbe- espetó Munia claramente irritada, Tamara respiró ya más tranquila al parecer, aquella chica estaba de su parte.

-          Que amable, que delicada… ¡Qué petarda! Aunque te metieran un palo por el culo no podrías ser más estirada- Otani volvía a la carga, y a Tamara casi se le escapa una risa, en el último momento se dio cuenta de que no tenía motivos para callar su risa y dejó que la arrastrara.

-          Munia ¿verdad? Si no te importa y si a Otani…

-          Ashita- corrigió la alumna misteriosa.

-          …Si a Ashita no le importa preferiría que me siguiera enseñando la escuela ella.- Tamara miró durante un segundo a Ashita y después otra vez a Munia, que se revolvía en su furia, ella y Otani jamás se habían llevado bien pero interrumpir cuando se estaba ganando a una nueva alumna para conservar la tranquilidad y el orden en la escuela, hacia que se llenara de ira, sentimiento que nunca había podido dominar del todo.

-          Estoy segura de que a Munia no le importará que te saqué de la cabeza toda la mierda que te ha metido- Tamara sonrió ampliamente, se despidió de Munia con un ligero movimiento de mano, con intención de burla, Ashita se dirigió contenta de que hubiera una alumna nueva que no fuera repipi, y que no le importara vacilar a esa mimada, agarro a Tamara del brazo, tomándola desprevenida y al igual que ella se despidió con toda la soberbia que pudo. Las dos se alejaron en dirección a los dormitorios riéndose, aunque ninguna sabía bien por qué.


Pensamientos de Munia…
Nunca podré ser como ellas, jamás mostraré mi dolor, jamás dejaré que ellas vean lo que provocaron en mí, no puedo permitírmelo, tengo que vigilar por el orden de esta escuela eso es lo único que deben ver en mi. Tras esta conversación, Munia lloró.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Información 1

No soy una experta en japones así que se veis que cometo un error decirme lo, de los errores se aprende :)
Antes de comenzar a leer os explicaré un poco lo de los "motes" por así llamarlo:
1º  -kun, no significa nada en especial es una forma de mostrar un mayor acercamiento a la persona con la que hablas.
2º -San se usa solo para las personas adultas tampoco tiene una traducción simplemente es como afirmar que la persona con la que hablas es un adulto.
3º -Chan muchos de vosotros seguro que ya lo conocéis por la famosa serie Shin-Chan, el - Chan es como el -San pero se utiliza para los niños pequeños como un acercamiento en lugar de decir el nombre completo (Shinosuke) se le añade el -Chan para abreviar el nombre y ser más cercanos (Shin-Chan)
4º  -Sama, este solo se usa para personas importantes, bien sean sacerdotes, o gente con dinero y respetable, el decirle sama a una persona es declarar su clara importancia en el mundo.
5º -Sensei, se usa para los profesores, coges el nombre de cualquier profesor y como signo de respeto ante el maestro te dirigirás a él con -sensie, es parecido a llamar a tus maestros profesor/a.

Esto es todo por ahora si digo algo que no lograis entender comentarlo y yo procurare explicaroslo con más claridad, gracias por leer.

Att:
Tmaa.

jueves, 29 de diciembre de 2011

Personajes Principales






Tamara Ardura.
(En Japón la llamaran Tama-san o Tama-sama, este ultimo solo lo utiliza Rika-kun, Personaje principal)
Es una estudiante española del norte para ser más exactos de Asturias, desde hacía un par de años se había dedicado a estudiar japonés un idioma que le encantaba, gracias a sus notas notables, consigue una beca para ir a estudiar durante un año a Japón y aprender mejor el idioma, emocionada acepta la beca y se dirige despidiéndose de sus amigos y de los prados verdes que tanto adora. Aun así sus ganas de viajar y conocer Japón superan sus miedos y se adentra en el que podría ser el viaje de su vida. Es dulce y muy amable, se preocupa por lo demás más que por si misma, tiene muchas ganas de aprender y de vivir la vida, ya ha estudiado mucho, es hora de darse un pequeño respiro.

Nakatsu Mizshuki
(Protagonista Masculino)
Amable, cariñoso, pero no lo muestra es experto en ocultar sus sentimientos y pensamientos, no le gusta que la gente piense que es un blando, eso es lo que le ha inculcado su padre, empresario multimillonario, con firmes creencias tradicionales, pretende que su hijo sea el heredero de “su imperio”. Él siempre ha estado de acuerdo, pero todo cambiará cuando una alumna de intercambio le enseña que la vida puede vivirse de una manera diferente.

Rika y Munia Nanami (hermanas)
Izquierda  Rika. (La llaman Rika-Kun en mayoría, pero Tamara prefiere llamarla Rika-sama, para resaltar la importancia que tiene para ella)
Rika es dulce, siempre le ha parecido que las tradiciones de no mostrar los sentimientos el decir que hay que ser perfectos trabajadores y que nada mas importe, que la vida circule alrededor del trabajo y el esfuerzo le parece inhumano, por eso sueña con irse de Japón y viajar a otros países como Francia Italia o España.  Por ese motivo se acerca a Tamara, siente curiosidad por las costumbres y la forma de ver la vida que tiene y desea que ella la enseñe a verla del  mismo modo.
Derecha Munia
Munia es superficial, pero una buena persona, sigue el régimen del esfuerzo y el trabajo sin cuestionarlo, cree que es lo correcto, jamás lo ha dudado y que su hermana piense lo contrario que ella la desconcierta, y no logra comprender lo que pasa por la cabeza de su hermana pequeña. Que aparezca Tamara no ayuda a que su ilusión de que deje sus ensoñaciones se cumpla, de hecho lo único que la presencia de esa chica hace es que su hermana se aleje más de ella y sus ideas sobre viajar y la vida crezcan, alejándose de lo que ella quiere inculcarle, por eso odia con toda su alma a Tamara. La chica que le esta arrebatando a su querida hermana pequeña.


Ashita Otani
 (La suelen llamar Otani-san o Otani-kun, depende del día y la situación)
Es alegre y despreocupada, una rebelde de las que apenas quedan, hace lo que quiere y cuando quiere, no le gustan las normas, aunque sabe que algunas que otras hay que respetarlas, como lo de no robar o matar, y esas cosas que te pueden llevar a la cárcel, tiene un humor que casi nadie pilla, pero Tamara lo ve y la aprecia por eso, es una de sus mejores amigas, aunque el espíritu solitario de Otani-san no deja que nadie se le acerque demasiado.


Shano Koizomi
Esta enamorado de Otani-kun, pero ella no lo ve, amigo suyo desde la infancia, comparten sus ideales ante la vida, su visión de futuro, sin embargo al parecer esta no siente lo mismo o no lo reconoce, puede que su deseo de soledad le impida ver lo que realmente este chico siente por ella. Tamara intentará ayudarle, ya que esta enamorada de la idea del amor y nada le hace más feliz que ver que una pareja feliz. Shano no le gusta el entusiasmo que muestra Tamara para ayudarle, pero por mucho que intenta hacer que no lo ayude,Tamara no desiste.